En la época de Al-andalus y mientras hubo cierta permisividad con la
comunidad morisca, se utilizaban habitualmente las aguas florales después del
baño para aromatizar la piel. No había madre andalusí musulmana que no
perfumara a su bebé con agua
de rosas (maal-ward), agua de jazmín y agua de azahar (mazhar).
Las aguas florales son inocuas por eso
son ideales para dar un ligero toque perfumado a la piel, incluso las más
sensibles como la de los bebés. Las aguas florales no son más que el hidrolato
de la destilación de las plantas en alambique ( al-inbiq ). Su composición por
tanto es agua destilada con las propiedades hidrosolubles de las flores de las plantas aromáticas.
Si eres madre de un bebé, una sugerencia
que te hacemos es aplicar en un masaje corporal alguna de nuestras aguas
florales a tu bebé después del baño, mientras escucháis una nana sefardí como
la que os enlazamos a continuación.
Tenemos pendiente seguir hablando sobre
las nanas sefardíes, no lo hemos olvidado ;)
Lógicamente si un agua florar perfuma la piel de tu bebé, también la
pueden utilizar las madres y los padres después de una ducha, para aprovechar
las propiedades aromaterapéuticas de estas plantas, o simplemente para
perfumar ligeramente tu piel y refrescarla.
En las áridas zonas desérticas de Oriente Medio, muchas mujeres llevan en el bolso un pequeño difusor con agua floral
para refrescarse y perfumarse ocasionalmente durante el día.
Las aguas florales, también son muy útiles para utilizar en quemadores de esencia puesto que perfumará el ambiente sin recargarlo. Poniendo el agua floral en el recipiente destinado al aceite esencial, se consigue un saludable humidificador perfumado muy sutil y agradable.
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