Texto extraído del libro
de Ahmed Tahiri, "La mujer, la estética y la vida afectiva". Las
clases populares en al-Andalus. Málaga, ed. Sarriá, 2003.
“Era costumbre de aquellas
mujeres presentarse en las reuniones maquilladas, adornadas y perfumadas. Las
peluqueras no escatimaban ningún esfuerzo en embellecer a sus clientes,
peinándolas con los mejores moños. Para sacar partido a su belleza, las mujeres
se aplicaban exquisitos perfumes (al-`itr), fragancias
(asnan), agua de rosas
(maal-ward) y agua de
azahar (mazhar). Se depilaban las cejas y las piernas y se pintaban
tatuajes con una serie de utensilios como al-minsas, al-mintaj y al-minqas.
La estética rural optaba
más bien por los productos como el khol, para embellecer los ojos, la henna,
para las manos y los pies.
El Miswak ( al- siwak) limpiaba
y blanqueaba la dentadura. Para pintar sus labios, las mujeres empleaban las
cáscaras del almendro, y sobre todo la planta de al-zu`ayfira, que daba un
hermoso color parecido al del azafrán diluido. Las más atrevidas se pintaban
con un tipo de carmín de labios de color rojo muy fuerte. Cabría señalar que la
estética figuraba como especialidad médica, cuyos logros reflejan el grado de
interés que los andalusíes prestaron a la belleza.”
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