jueves, 8 de mayo de 2014

FROTEN, FROTEN SUS CUERPOS!! NO ES PECADO (I).

A día de hoy, en nuestra península ibérica, manejamos un concepto higiénico puramente occidental (centro-europeo), herencia de las ordenanzas católicas con respecto al propio cuerpo y el pecado carnal.

Artículo de Labib Martínez. Asesor en tradiciones higiénicas en BioVegetalis.

En occidente se ha construido desde el siglo XVII (anteriormente, la higiene era muy superficial o inexistente) un concepto de cuidado estético, que persigue fundamentalmente “la eterna juventud” y “la belleza”. Todo esto, se pretende conseguir incluso sacrificando la salud y sin tocar (o tocando lo menos posible) nuestro propio cuerpo, sin “desnudarlo”… poniendo siempre productos encima de nuestra piel, tapando y no destapando… en definitiva, sin limpiarnos.




Manoplas, guantes y demás elementos, para depurar y limpiar en profundidad la piel. Pincha en el siguiente enlace: MANOPLAS DE BAÑO.




Otros elementos de higiene tradicionales del Mediterráneo. Pincha en el siguiente enlace para verlos: ELEMENTOS DEL HAMMAM


Sin siquiera ser conscientes nosotros mismos, en pleno siglo XXI, seguimos teniendo pudor a tocarnos (mucho más a tocar al otro) y cuando no tenemos ese pudor, tampoco nos tocamos, porque no tenemos costumbre, creemos erróneamente que no forma parte de nuestra cultura.

!DESNÚDENSE!

En gran parte de nuestra península, el concepto de higiene cambió con los nuevos gobernantes cristianos del norte, puesto que desde la más ancestral antigüedad y en la época de Al-Andalus, el concepto de cuidado estético era muy diferente. La higiene y los preparados cosméticos, perseguían la salud, no la “eterna belleza y juventud” puesto que la juventud y la belleza…. Se tienen o no se tienen.



Se pretendía envejecer saludablemente y dar la mejor imagen (la imagen más saludable) que uno puede ofrecer a los demás y a uno mismo.

En nuestra península no existía la visión de la higiene y el masaje, como prácticas que conducían al pecado. No existía el desprecio por el cuerpo. No se le mortificaba, ni se le flagelaba, como sí ocurría en el norte cristiano. Más al contrario, se cuidaba el cuerpo, como un templo sagrado… como una sinagoga, como una mezquita. Siempre limpio, siempre luminoso, siempre dirigido a oriente, al lugar de dónde procedía la divinidad, de dónde procedían los nuevos conocimientos científicos, de donde procedían los perfumes, los aceites, las especias, los tintes y los tratamientos médicos, que nos aseguraban la salud-estética.



En Al-Andalus se recuperó para la eternidad, todo el conocimiento científico de las antiguas civilizaciones egipcias, griegas y romanas.

Mientras en el resto de Europa, se quemaban los antiguos libros de autores mediterráneos de la medicina clásica como Hipócrates, Galeno o Dioscórides, la civilización andalusí los recuperaba y los traducía al árabe para estudiarlos, actualizarlos y evolucionarlos conjugando, los conocimientos médicos clásicos del mediterráneo, con las tradiciones médicas árabes, persas, ayurvedas y  de la medicina China.
VOLVER A SER LO QUE FUIMOS.

Hoy en día, todavía no nos hemos reconciliado con nuestro pasado más brillante y fructífero. Seguimos manejando un concepto centro-europeo de la higiene, ajeno a nuestra cultura autóctona y tradicional.

Incluso cuando hoy, en el mundo entero, se reconoce por la ciencia moderna y sus estudios clínicos, los beneficios de la medicina estética andalusí, como consumidores, seguimos confiando más en lo que nos llega de Europa, que en aquello que queda de nosotros entre nosotros o en las culturas de Oriente Medio y el norte de África.

Seguimos anclados en un concepto de cuidado estético que oculta, en lugar de destapar. Que ensucia y enmascara… en lugar de purificar y limpiar y todo ello en el lugar geográfico dónde no había asentamiento humano (rural o urbano) en el que no hubiera al menos un centro estético (los modernos wellness and spa), una terma arábigo-andalusí.



Más de mil años antes de que los centro-europeos y los anglosajones nos los vendieran como algo novedoso y para acudir de vez en cuando, nosotros ya los teníamos y mucho mejores, auténticos y no recreaciones comerciales. Hasta 600 llegó a tener la Córdoba califal, 300 Valencia, 200 Zaragoza, más de 100 en Murcia, ect…. Era nuestra costumbre ir al menos dos veces a la semana, porque la higiene diaria se hacía en las casas y las cinco abduciones rituales diarias, en las fuentes del patio de la mezquita.



En BioVegetalis, queremos recuperar la memoria, para no volver a perderla y pretendemos anclarla, como base de la actual y futura salud estética peninsular. Basada en la higiene, en la pureza andalusí, vegana y con ingredientes vírgenes crudos de cultivo ecológico.



PARA SABER MÁS

En el siguiente artículo, explicamos el grado de refinamiento higiénico y estético de la civilización andalusí. Pincha en el siguiente enlace: LOS CENTROS DE BELLEZA ANDALUSÍES.

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