martes, 21 de abril de 2015

EL PERFUME EN AL-ANDALUS.

En el museo de La Alhambra y en otros museos como el MARC de Alicante, se pueden contemplar ampollas de vidrio utilizadas para contener aceites esenciales, aguas florales, ungüentos, aceites vegetales aromatizados y perfumes. Todos ellos productos muy apreciados en la civilización andalusí y especialmente en la sociedad granadina del último reino de Al-Andalus.

Artículo: Labib Martínez. Asesor en tradiciones higiénicas y estéticas del Mediterráneo de BioVegetalis.

Ampolla para perfumes de época nazarí. Museo de la Alhambra.
Pero el amor y la utilización cotidiana de los perfumes, no era exclusiva de la sociedad andalusí. Gran parte del mundo islámico medieval, en Oriente Medio y Asia, apreciaban y usaban en el día a día perfumes no sólo sobre la piel, sino también para refrescar y perfumar ambientes y estancias.

La tradición islámica, ya en el Corán resalta la importancia de los perfumes presentes en muchos párrafos. No en vano, a los creyentes se les ofrece tras la muerte “ un paraíso perfumado de caudalosos ríos, árboles y jardines aromáticos…”.

En las mezquitas siempre se han esparcido sustancias aromáticas en el ambiente para recrear el aroma del paraíso islámico repleto de jardines floridos.

Con la llegada del islam a nuestra península y la introducción de las nuevas costumbres higiénicas preceptivas de la nueva religión, entre la población peninsular se despierta el interés por descubrir nuevos productos culinarios y aromáticos llegados de oriente.

Se inicia una búsqueda por todo Oriente Medio y Asia, para traer a través del Mediterráneo todo tipo de nuevas especias y variedades botánicas desconocidas en nuestra península hasta la época y que se convirtieron en elementos imprescindibles para el cuidado higiénico de los andalusíes, entre ellos el pomelo, el incienso, el sándalo, la mirra, el benjuí, la canela o el cardamomo.

mujeres con quemador de incienso y realizando manicua en hammam
En los baños o termas arábigo-andalusíes, como grandes centros del cuidado higiénico y estético, no sólo se higienizaba la piel con jabones perfumados y se efectuaba todo tipo de tratamientos estéticos, también se perfumaba la piel con aceites vegetales, a los que se añadía aceites esenciales extraídos por destilación en alambiques (Al-Inbiq).

La introducción del alcohol en la perfumería andalusí llega a partir del siglo XIV. Se utiliza el alcohol por sus propiedades para esparcir las fragancias en el ambiente y conseguir que el perfume que llevamos pueda ser olido por las personas de nuestro alrededor.

PERFUMADO DE AMBIENTES EN AL-ANDALUS.

perfumando La Alhambra.
Pero en el día a día, los andalusíes, a diferencia de los cristianos del norte, no sólo perfumaban su piel, también perfumaban los diferentes ambientes del hogar.

Los aromas se clasificaban y se seleccionaban como más apropiados para cada estación del año o estado de ánimo, así por ejemplo para la primavera predominaba en las casas el aroma a jazmín, algalias y menta En verano: la rosa, el mirto y cítricos. En otroño: La albahaca y en invierno; la canela, el clavo, el palo aloé y el ámbar… entre otros.

En las casas más pudientes acudía un perfumista y diseñaba un perfume exclusivo para las diferentes estancias de la vivienda y para cada evento importante de la familia.


LA FAMA DEL PERFUME ANDALUSÍ.

Siglos antes de que los franceses comenzasen a elaborar perfumes y a tener fama como grandes perfumistas, en Al-Andalus, concretamente en Sevilla y Granada, los mejores perfumistas de la época rivalizaban con los creadores de esencias de los centros tradicionales del perfume en Medio Oriente, principalmente de Damasco y Bagdag.

El fabricante de perfume.
Tras la caída del último reino andalusí en 1492, la mayor parte de perfumistas huye al norte de África y Oriente Medio para continuar con su profesión. Otros son “reclutados” por los nuevos gobernantes cristianos, que seguían sin tener costumbres higiénicas, pero encontraron en los preparados de los perfumistas andalusíes el remedio para “camuflar” el mal olor corporal que desprendían.

Ampolla de perfume en el museo de La Alhambra.


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